
Inglaterra se ha destacado en los últimos años por ser uno de los países que más talento joven ha "producido" en la élite europea. Nombres como Jadon Sancho, Phil Foden, Jude Bellingham, Mason Mount, Emile Smith Rowe, Bukayo Saka, Trent Alexander Arnold, Curtis Jones y Mason Greenwood son los nombres que más resaltan dentro de una generación de grandes talentos que han destacado en los últimos años.
Pero, pese a eso, los resultados que está teniendo la U21 en el Europeo (dos derrotas en dos partidos y sin anotar gol) son muy negativos y se ha comenzado a dudar de la calidad de dichas piezas de cara a convertirse en un equipo competitivo a largo plazo. Aunque, si nos ponemos a analizar detalladamente la situación, nos damos cuenta que el problema es otro.
Inglaterra, a diferencia de países como Italia, España y Alemania, no cuenta con entrenadores de primer nivel en la élite europea y, en las diferentes divisiones del fútbol profesional, se sigue apostando por la vieja guardia que, dentro de un nuevo paradigma del fútbol mundial, se ha visto superada desde la pizarra.
Nombres como Frank Lampard, Steven Gerrard, Graham Potter y Scott Parker son los que más destacan dentro de la lista de "nuevos entrenadores" pero siguen sin mostrar una cara positiva en la élite, teniendo en cuenta que cada uno ha dirigido equipos con objetivos diferentes y plantillas con una escala de calidad individual desigual.
Lampard terminó siendo despedido del Chelsea, Gerrard está triunfando, pero en una liga de segundo/tercer nivel como la escocesa y Potter y Parker están peleando el descenso a segunda división.
Pero, pese a que ese sea un problema que está llamando la atención en la actualidad, tiene un trasfondo que nos ha complicado ver a grandes entrenadores ingleses ganando torneos importantes o marcando la pauta en la élite. Y los datos son claros:
La última vez que un DT inglés ganó un torneo internacional
-Copa del Mundo: Alf Ramsey en 1966
-Eurocopa: Nunca
-Champions League: Joe Fagan (Liverpool) en 83/84
-Europa League: Keith Burkinshaw (Tottenham) en 84.
La Premier League es una prueba clara de esto. Los equipos grandes y proyectos más asentados están apostando por entrenadores extranjeros que se adaptan más a la filosofía de juego que estamos viendo en la actualidad, demostrando que los ingleses están lejos de los grandes nombres de la actualidad. El único entrenador inglés que, en este momento, se ubica entre los primeros 10 puestos de la tabla en la Premier League es Dean Smith con el Aston Villa.
DATO: Los seis equipos que se ubican en los últimos puestos de la tabla en la Premier League son entrenador por directores técnicos ingleses: Sean Dyche, Steve Bruce, Graham Potter, Scott Parker, Chris Wilder* (ahora Paul Heckingbottom) y Sam Allardyce.
El principal problema de esto último es que la mayoría de los equipos de la Premier League prefieren apostar por los entrenadores de la vieja guardia (Allardyce, Hogdson, Steve Bruce, Pardew) que por jóvenes entrenadores que van comenzando su carrera en los banquillos.
DATO: La última vez que un equipo entrenado por un director técnico inglés ganó la primera división de Inglaterra fue en 1991/92: Howard Wilkinson con el Leeds United. Nunca un entrenador inglés ha ganado la Premier League.
El problema se refleja en las selecciones.
Gareth Southgate, seleccionador inglés, no está entre los mejores entrenadores del mundo y está lejos de ser una pieza que pueda cambiar la dinámica. Inglaterra no trasmite ser un equipo de primer nivel europeo a nivel táctico, lo hace es por su talento individual y la cantidad de jugadores de primer nivel que tiene en este momento.
Por otro lado, Adrian Boothroyd (seleccionador de la U21) no ha confeccionado un equipo competitivo pese a tener mucho talento individual. Inglaterra solo ha disparado una vez al arco en dos partidos disputados y eso dice mucho de los problemas colectivos que tienen en este momento. Sin pizarras diferenciales, es casi imposible que Inglaterra pueda dominar en categorías absolutas.
Inglaterra se ha convertido en una de las cunas de talento más importantes de la actualidad en el balompié europeo, pero se ha quedado muy atrás a la hora de hablar de pizarras, lo que puede dar a entender el deficiente trabajo que se realiza para formar entrenadores desde la base de la pirámide y que, más allá de ciertos nombres, no existe una camada de gente talentosa que pueda marcar la diferencia en la élite.