
El Liverpool de Jürgen Klopp es uno de los mejores equipos de Europa, eso es indudable. Sin ir más lejos, hablamos del vigente campeón de la Champions League. Sin embargo, muchos ven conveniente realzar el gran nivel al que se encuentran desde hace mucho tiempo sus atacantes. Salah, Mané, Firmino o incluso Origi son objetos habituales de alabanzas, y no sucede lo mismo en otras zonas del campo como la defensa. Más allá de Van Dijk, se habla poco de la parte trasera del equipo británico que ha empeorado ostensiblemente esta temporada.
El Liverpool fue el mejor equipo de la pasada temporada en aspectos generales, pero también en defensa. Los galardones a Alisson Becker y a Van Dijk se han sucedido en este final de 2019 como principales responsables del buen hacer defensivo del equipo. Sorprende que los números en esta nueva campaña no estén siendo parecidos. A finales de año, los de Klopp ya han encajado 11 goles y acumulan 3 goles en contra. ¿Por qué?
En primer lugar, por el bajón de rendimiento ofrecido por el zaguero holandés. El para muchos mejor defensor del mundo no se encuentra al nivel de la temporada pasada y eso se nota teniendo en cuenta el carácter ofensivo de los dos laterales del equipo, Robertson y Alexander-Arnold. El descontrol, el ritmo de partido alocado y los constantes contragolpes típicos de un partido de idas y venidas, gobiernan ahora los encuentros de un Liverpool donde el técnico alemán ha de reincidir y encontrar la solidez y brillantez defensiva del curso pasado.